Birdland

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Este Birland de ahora no es el mismo que inauguró y en el que tocó Charlie Parker, pero el nombre sigue invocando su presencia, y nada más ver el luminoso azul desde lejos, en esta zona algo oscura de la calle 42 a la que no llegan las luces turísticas de Times Square, a uno se le conforta el alma. Entramos y está sonando la canción que George Shearing compuso para el viejo club, Lullaby of Birland, cantada como nadie por Sarah Vaughan. En él estaba tocando una noche Charlie Parker cuando vio entrar a uno de sus héroes, Igor Stravinsky. En medio del solo que Parker estaba improvisando introdujo con velocidad fulgurante el arranque de El pájaro de fuego. Stravinsky lo miraba con cara de halago y de éxtasis.

Esta noche toca el cuarteto de Al Foster y George Mraz, con mi querido Fred Hersch al piano y un poderoso saxofonista tenor de cabeza afeitada al que yo no conocía, Eli Degibri. Desde nuestra mesa Arturo y yo podemos ver bien de cerca las caras y las manos de los músicos, los gestos que intercambian, como consignas secretas. George Mraz, como Al Foster, irradia el lujo tranquilo de su veteranía, esa mezcla de control supremo y abandono que es uno de los signos más seguros del talento. Al Foster toca la batería como dilatando en resonancias el espacio que lo rodea. Sentado y tocando parece joven, con esa sonrisa enorme, los gestos tan rápidos, los ojos entornados. Cuando se pone en pie se nota lo mayor que es. Tocan Round Midnight y el tiempo se sosiega, se detiene. La canción tan conocida es más nueva y más pura a cada nueva versión que uno escucha de ella. Tocan All the Things You Are y caigo en la cuenta de que muy pocas canciones me llegan tanto al corazón como ésta, me desbordan con esos recuerdos que según Proust nos devuelve la música, recuerdos que uno no sabía que tuviera.